martes, 28 de mayo de 2013

PALABRAS.PALABRAS!!!!!!!!!!!!

Querer, un verbo
utilizado con frecuencia porque puede tratarse de un deseo, de una ilusión y
hasta de un sueño, pero la verdadera importancia de esta palabra es que se
trata del primer paso, sin él, todo se mantiene en el nivel de pensamiento y lo
que se mantiene en ese lugar allí se quedará, en el momento que decimos
“quiero” se inicia un proyecto, exitoso o no, pero se inicia, eso es lo
valioso, aplicar el valor de iniciar algo.
Querer saber, puede
ser un magnífico propósito, querer saber se convierte en el mejor de los
objetivos, querer saber suele denominarse cimiento fuerte y poderoso de lo que
será a futuro un gran edificio, que servirá de escaparate dedicado a mostrar la
personalidad, los deseos y los triunfos a que aspira todo ser pensante, pues
solo con el saber nada se construye, pero cuando se quiere y se magnifica el
saber, las ideas adquieren una dimensión excelsa.

Osar, sinónimo de
atreverse, osar, determinarse a hacer o decir algo que implica un riesgo, tal
vez este sea el momento más importante de toda idea nacida en el cerebro, es el
momento de la duda, no sabemos si el atrevimiento será exitoso o es una aventura
capaz de conducirnos al fracaso o salir exitoso, osar entonces nos coloca en un
confesionario personal, cualquier consultor nos recomendará continuar o
abdicar, sin embargo, solo nuestro interior es quien va a proporcionar el mejor
consejo, creo que este punto es vital, ¿lo hago o no lo hago?
¿Será acaso que debo
callar hasta encontrar la respuesta correcta? Callar es un camino que nos
permite reflexionar, el tiempo de silencio no tiene reglas, pero si tardamos
demasiado en silencio, sin decidir, la idea se desvanecerá y todo causará un
fracaso, el factor tiempo es absoluto, como el momento de nacer, el momento es
justo en el que sucede y no antes ni después, entonces, una vez meditado el
propósito, debemos decidir luz roja o luz verde en la aspiración que nos ocupa,
adelante o retroceder.
Querer, saber, osar
y callar resultan ser cuatro palabras fundamentales en todo propósito, no
importa si el proyecto es ambicioso o de rutina, querer, saber, osar y callar
son palabras que nunca debemos olvidar, como cuatro herramientas en todo tipo
de proyecto, ya sea familiar, social o profesional, aún aplicado a los
problemas culinarios resultan de gran ayuda, ¿Qué comemos hoy? ¿A quien llamo
primero? ¿Qué ruta decido tomar? En fin, herramientas múltiples
Cuantos deseos
frustrados padecimos desde pequeños porque nadie nos enseñó a decidir, nadie
nos dijo que primero se define que es lo que queremos, luego, la manera de
definir que es exactamente eso que queremos, el saber sobre lo que queremos, la
audacia que nos proporcione el valor de hacer o iniciar ese algo y finalmente
callar, hasta que la idea sea una realidad y no antes, pues corremos el riesgo
de un fracaso o simplemente que alguien nos gane la partida, por eso es
necesario el callar y disfrutar solo cuando todo se haya consumado.
Mi recomendación es:
Colocarse ante un espejo antes de iniciar cualquier proyecto y aplicar frente a
esa persona que aparece en el espejo las cuatro palabras del tema de hoy:
Querer, saber, osar y callar, la sorpresa puede ser magnífica, nos daremos cuenta
si esa persona que refleja el espejo es la misma que pensamos que somos, tal
vez hasta podemos descubrir los años que hemos estado equivocados y no somos
como creemos que somos y el espejo nos muestre a la verdadera persona que jamás
quise conocer, Buen principio ¿No le parece?

EL ESPIRITU SANTO

Cuando un hombre recibe el Esprítu Santo, es su propio espíritu el que desciende sobre él, el cuál es su Yo superior, y habita en el sol.

El ser humano está conectado con su Yo superior, el cual está esperando entrar para tomar posesión de él, pero el hombre, con sus impurezas, le obstruye el camino, si se purifica verdaderamente y consigue un día alcanzar la verdadera santificación, el Espíritu Santo descenderá sobre él y podrá realizar maravillas. Pero el Espíritu Santo no se divide:es un Espíritu cósmico, la Divinidad misma.

Y nuestro Yo superior es de la misma naturaleza que el Espíritu Santo, está hecho de la misma quintaesencia, de la misma luz, es una chispa en el fuego, una gota de agua en el océano.