Todas las cosas son posibles para el que cree y con Dios todas las cosas son posibles, por tanto, ¿no es Dios uno con el creyente? Su nombre por siempre y para siempre es “Yo Soy”. ¿No sabes que tú eres? ¿Sabiendo eso, no estás diciendo: “Yo soy”? Si tu nombre es Juan, debes ser consciente de ello antes de que puedas decir: “Yo soy Juan.” Yo digo: “Yo soy Neville.” Puede que no siempre diga “Yo soy” antes de decir “Neville”, pero soy consciente de ser Neville antes de decir la palabra. Le he dado a mi consciencia de ser un nombre. Ese nombre es Neville. No tengo que repetir las palabras “Yo soy” para definir aquello de lo que soy consciente; pero mi conciencia es Dios, el creyente, y no hay otro Dios.
Ahora, todas las cosas existen en la imaginación humana – no sólo las cosas buenas, sino todas las cosas. Escucha estas palabras del capítulo 32 del Libro del Deuteronomio: “Ved que yo, y sólo yo, soy él y no hay Dios fuera de mí. Yo mato y yo hago vivir, yo hiero y yo sano, y nadie puede librarse de mi mano.” ¿Quién puede matar sino Dios? Tú puedes decir: “Yo le maté”, pero ese es el nombre de Dios. Tu propia maravillosa imaginación humana tiene el poder de matar y hacer vivir, herir y sanar y no hay nadie que pueda librarse de tu mano, pues no hay Dios fuera de tu propia maravillosa imaginación humana.
Mientras estás sentado aquí tienes la capacidad de creer. Puedes creer en algo estúpido, pero tú crees [en ello] y tu creencia hará que funcione. Ese del que hablo como Dios es tu yo más fuerte, y sin embargo tu esclavo, para sus propios fines. Él te sirve tan indiferentemente y tan rápidamente tanto cuando tu voluntad es mala como cuando es buena. Lo hace evocando imágenes de bien y de mal igual que si fueran reales. Permitiéndote imaginar todo lo que tú desees, él lo proyecta sobre esta pantalla del espacio con el fin de que tú lo experimentes. Puedes moverte hacia ello tan natural y tan fácilmente que puedes olvidar el momento irreflexivo en el que la semilla fue plantada, y por lo tanto no reconocer tu propia cosecha.
El ser que tú realmente eres es el Dios de las Escrituras que es tu propia maravillosa imaginación humana. ¿Puedes marcharte de este auditorio esta noche con la profunda convicción de que eres lo que quieres ser? ¿Estás dispuesto a asumir sus alegrías y pesares? Tu asunción es tu apropiación subjetiva de un hecho objetivo. Eso es la fe y sin fe es imposible agradarle.
Esta noche, cuando yo abandone este edificio conduciré hasta casa con mi amigo. Mientras viajamos pasaremos por ciertas calles y veremos objetos familiares porque estaremos viajando con la vista. Pero cuando camino por fe mis pasos son invisibles, pues estaré caminando en la asunción de mi deseo cumplido. Pablo nos dice que “caminemos por fe y ya no más por vista”. Todos sabemos cómo es caminar por vista, pero ahora somos llamados a romper ese hechizo y caminar por fe.
Yo te digo que es posible ser cualquier cosa que quieras ser, ya que el creyente y el Dios del universo son uno. No te divorcies de Dios, pues Él es tu Yo Soydad. Cree en tu Yo Soydad, porque si no lo haces tú nunca cumplirás tu deseo. Sólo asumiendo que ya eres la persona que te gustaría ser lo lograrás. Es tan simple como eso.
No estoy diciendo que sea fácil, pero se vuelve más fácil con la práctica. Si le diera un Stradivarius a alguien que ha dominado el violín él podría elevarme a la enésima potencia de la alegría, pero si pusiera el mismo violín en las manos de alguien que no pudiera tocarlo, rápidamente me volvería loco. Es el mismo violín, sin embargo uno produce armonía mientras que el otro produce discordancia. Tú matas y haces vivir con el mismo instrumento, que es tu propia maravillosa imaginación humana. Tú puedes crear muchas discordias hasta que aprendes cómo tocar. Nosotros estamos aquí en este mundo de oscuridad educativa aprendiendo a tocar el instrumento que es Dios. Puede que no conozcas a nadie que te diera 10.000 dólares ahora mismo, pero si crees que todas las cosas son posibles para Dios y sabes que Dios es tu imaginación humana, tú puedes imaginar que tienes el dinero, persiste en tu creencia y lo tendrás. Cómo, no lo sé; yo sólo sé que de acuerdo a tu creencia te será hecho a ti.
¿Crees que todas las cosas son posibles para Dios? ¿Y crees que Él es tu propia maravillosa imaginación humana? Sabiendo que Dios es todo amor, y que tú eres capaz de imaginar cosas desagradables, puede que no creas que tu imaginación es Dios, pero si eso es cierto entonces Dios no es todopoderoso. Si tú puedes imaginar algo que Dios no puede, entonces tú le trasciendes. Si Dios toca sólo notas armoniosas y tú puedes tocar cuerdas que producen discordancia así como armonía, entonces tú eres más grande que Él porque tú puedes hacer algo que Él no puede. Pero yo te digo: tu propia maravillosa imaginación humana mata y hace vivir, hiere y sana, pues todas las cosas salen de la imaginación humana. Mientras estás aprendiendo a usar y creer en tu imaginación humana puedes hacer vivir eso que no quieres. Puedes herirte a ti mismo en el proceso, pero lo que tú creas en tu imaginación puedes descrearlo.
Todo puede ser resuelto, aunque mientras estés aprendiendo cometas errores horribles. No te condenes por nada que alguna vez hayas hecho, estés haciendo o puedas hacer, mientras aprendes a tocar el instrumento que es Dios mismo y tu propia maravillosa imaginación humana, ya que no hay otro poder creativo.
Lo que ahora está probado fue una vez [algo] sólo imaginado. Mi sastre usa su imaginación para confeccionar mis trajes para mí. Ellos tienen que ser imaginados primero antes de cortar la tela. Mi sastre no coge sus tijeras y empieza a cortar la tela con la esperanza de que algo saldrá [de ahí]; él lo imagina primero. Y cuando me siento en el sillón de mi barbero, él ve lo que debería tener en mi cabeza en lugar de lo que está ahí. Todo debe ser imaginado primero antes de que pueda convertirse en un hecho, y esa capacidad de imaginar es Dios.
Ahora bien, tú no observas al imaginar como haces con los objetos en el espacio, porque tú eres la realidad que se llama imaginación. Puedes observar esta sala, que fue una vez sólo imaginada, pero no puedes observar el poder creativo que la concibió. Las cosas creadas se ven, pero tú – el creador – no eres visto, y nunca sabrás que eres Él, hasta que el hijo único de Dios, David, se plante delante de ti y te llame Padre. No todo el mundo aceptará este conocimiento, porque ellos preferirán tener sus pequeños iconos. Estoy bastante seguro de que esta actriz italiana que tuvo el accidente no estaría interesada en mis palabras ni en creerlas, y ella no está sola. Hay cientos de millones esta noche que no renunciarían a sus pequeñas medallas. Yo vi donde el cardenal McIntyre había puesto su sello de aprobación en el reverso de la medallita de San Cristóbal, dándole así su bendición. En un lado hay una cara que nunca existió y en el otro, un sacerdote de la iglesia da su aprobación. Qué tontería, sin embargo las medallas funcionan porque la gente cree que lo hacen.
Es hora de que el hombre deje de creer en algo afuera y empiece a creer en su imaginación humana. Es hora de desechar todos los iconos externos. “No harás imagen tallada de mí, ni tendrás otros dioses aparte de mí.” Puede que no tengas educación, ni dinero o bagaje social, y te resulte difícil creer en ti mismo; pero debido a que todas las cosas son posibles para el que cree, y con Dios todas las cosas son posibles, puedes salir de tus sentidos y creer que cualquier cosa exista. Pon a prueba tu imaginación, y si se demuestra en la práctica, ¿qué importa lo que el mundo piense?
A través de la prueba yo he demostrado la imaginación. Le he descubierto y ahora comparto mis hallazgos con los demás. Él es llamado Felipe, el amante de los caballos, el símbolo de la mente. Sabiendo que Felipe ama aprender acerca de cómo funciona la mente, le digo que “He encontrado a aquel de quien Moisés y la ley y los profetas hablaron – Jesús, el Mesías. Yo te llevaré a él.” Tú estás aquí porque, como Felipe, deseas saber más sobre la mente y sus funciones. Yo puedo llevarte a Jesús diciéndote quién es él, pero no te lo puedo mostrar, pues él es invisible.