martes, 20 de noviembre de 2012

LEY DE CORRESPONDENCIA

Imagine ahora su propio cuerpo, y dentro de él una célula de las que lo componen preguntándole a otra célula lo mismo que preguntó un espermatozoide a otro, (de qué le ve cara a “eso”) y de igual manera, después de mirar hacia todas partes, dirá que no ve a usted forma de nada, ni creerá que usted sea más que un universo sin forma, ni mucho menos que esté vivo.
De igual manera tampoco creerá que físicamente hablando, usted, su universo y lo que sigue en esa escalera interminable de cuerpos dentro de cuerpos de mayor tamaño, de vidas dentro de vidas, tenga principio y fin, (cabello, frente, ojos, nariz, boca, etc.) y que a su vez, ese universo, viva en un universo más grande, ni que a pesar de las dimensiones o tamaño de ese grandísimo, inimaginable e interminable espacio llamado usted, a su vez también sea casi imperceptible comparado con el universo en que a su vez se encuentra viviendo usted en calidad de menos que una célula, en comparación.
Una vez definido lo que es vivir bajo la piedra y los interminables e increíbles desconocidos mundos sucesivos ascendentes, conviene saber que exactamente de la misma forma en que existe una relación – comunicación entre las células que conforman el cuerpo del lector y su cerebro, existe también una relación entre usted y los demás componentes del cuerpo gigantesco universal en que vive usted, que como se dijo anteriormente, viene a ser este universo en que viven los moradores de este planeta.
Para mejor explicación les comento:
La ciencia ha descubierto que las células de un cuerpo tienen memoria, es decir, no solo la tiene el cerebro, y que existe una marcada relación y comunicación entre éstas y el propio cerebro, y no podría ser de otra forma porque es la forma en que las células le comunican lo que está pasándoles, por ejemplo, un dolor, una cortada, hambre, frío, temor, etc.
Cada instante, segundo, momento, minuto, hora, y las veinticuatro horas de cada día, de todas las semanas, de todos los meses, de todos los años de la vida de cada ser humano, las células y demás componentes comunican al cerebro lo que necesitan, lo que les sobra y lo que les falta, por ejemplo imagine a un riñón comunicándole: “se me han muerto tantos miles y millones de células y necesito renovarlas” en que instantáneamente el cerebro recoge el mensaje, lo analiza, decodifica, interpreta, clasifica, y envía a continuación una respuesta en forma instantánea, hecho lo cual procede a guardar el dato si lo considera conveniente, y si no, lo desecha.
La respuesta consiste en generar instantáneamente una emisión de energía que en la medida que va viajando a su destino, va cambiando de frecuencia vibratoria, de longitud de onda, y se va adecuando a lo solicitado, de forma que para ejemplificarlo podría decirse que sucede como con el agua, que con el calor se evapora, se eleva, cambia de sitio, y estando allá comienza a tomar forma de nube, luego se condensa y finalmente se precipita en forma de lluvia.
Algo similar ocurre con la energía cerebral, que se va transformando mientras se dirige al punto que de acuerdo a la solicitud se ha enviado, hasta que ya en el sitio que envió la solicitud, de energía se convierte en materia y se transforma en las células de reemplazo en el caso del ejemplo, y/o en lo que resulte necesario proveer.
Aquí es bueno mencionar que las solicitudes de alusión se generan por millones y millones en fracciones de nanosegundos en forma simultánea, porque son infinitamente muchas las partículas, átomos, moléculas, células, órganos, tejidos y demás, que deben ser reemplazadas y/o que generan tales necesidades y movimientos en forma simultánea dentro de un cuerpo mientras tiene vida.
¿Se da cuenta de la cantidad de comunicación que existe en un cuerpo viviente y sus componentes, y del cúmulo de trabajo, atención, análisis y múltiples y variadas diferentes repuestas que genera el cerebro a la misma vez?
Bien, siga imaginando que usted es un minúsculo, casi insignificante componente de este cuerpo que nos contiene, llamado por nosotros universo, y que como sucede a los componentes de nuestro cuerpo físico, existe entre nosotros y es gigantesco cuerpo una interminable e inimaginable comunicación constante, ya que no podría ser de otra forma.
Este universo en que vivimos, al ser un ser viviente, también tiene cerebro, y componentes de diversos tamaños.
Así, al igual que nosotros tenemos partículas, que unidas a millones y millones de partículas forman núcleos y átomos, cuyos átomos de la misma forma conforman moléculas; moléculas que así mismo conforman células, y multitudes de células que forman tejidos; tejidos que juntamente con otros de ellos forman un órgano, y órganos que colaborando en forma estrechamente unida con otros órganos generan un sistema, como podría serlo el circulatorio; el inmunológico; el digestivo; el respiratorio, etc., los cuales mantienen un equilibrio entre todos los componentes ya mencionados, organizando y manteniendo un equilibrio que denominados salud a nivel humano.
Pues bien, esto mismo sucede “hacia arriba”, en el universo en que se encuentra su planeta, su sistema solar, etc., en el cual viven, de forma que éste es exactamente igual a un átomo pero grande, el cual junto con millones y millones de sistemas solares genera cuerpos más grandes, constelaciones, nebulosas, galaxias, etc., pero que en el cosmos no llegan ni a partículas, moléculas y/o células cósmicas, con los que al igual que nuestros componentes lo hacen con nuestro cerebro, pese a su gran tamaño también guarda una relación y comunicación de ida y vuelta a través del tejido conectivo universal con el centro de la galaxia y con cerebro del cosmos, de forma que todo está conectado e interconectado en un viaje interminable hacia lo grande y hacia lo pequeño en forma ininterrumpida, en que lo que para nosotros el trabajar nuestros componentes en forma equilibrada generan salud, a nivel universo llamamos equilibrio.
Así, viendo “hacia arriba”, a diferencia de lo que para nuestro cuerpo sería un átomo, en el universo viene a ser un sistema solar, dentro del cual sólo son habitantes de un corpúsculo cósmico llamado planeta Tierra, es decir, son habitantes sólo de una parte de un átomo.
Con todo, cuerpos para nosotros gigantescos, pero que para el ser en que moramos son microscópicos.
Recuerde el principio de existencia denominado “correspondencia" de que habla “El Kybalion” que expresa: “Como es arriba es abajo”; “Como es lo grande es lo pequeño”, del cual podríamos derivar: “como es adentro es afuera” y “como es en un lado es en otro”, de forma que lo grande para nosotros es el universo y lo pequeño son nuestros componentes, que para nosotros son microscópicos, pero que guardan entre sí una alta relación y comunicación ininterrumpida.

BAJO LA PIEDRA
Bekram
Hombre De Las Estrellas