Cuando un hombre recibe el Esprítu Santo, es su propio espíritu el que
desciende sobre él, el cuál es su Yo superior, y habita en el sol.
El ser humano está conectado con su Yo superior, el cual está esperando
entrar para tomar posesión de él, pero el hombre, con sus impurezas, le obstruye
el camino, si se purifica verdaderamente y consigue un día alcanzar la verdadera
santificación, el Espíritu Santo descenderá sobre él y podrá realizar
maravillas. Pero el Espíritu Santo no se divide:es un Espíritu cósmico, la
Divinidad misma.
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