“...La atracción del ego por la culpa sólo puede ser plenamente comprendida si consideramos en primer lugar la naturaleza de la percepción. Porque es el modo en que vemos el mundo que nos rodea el que determina nuestra forma de reaccionar ante el mismo. Y es nuestra percepción la que nos dice lo que vemos, basándose en las interpretaciones y en las evaluaciones de lo que nos suministran nuestros sentidos. Cada uno de nosotros ve el mundo de manera diferente según cuáles sean nuestras necesidades individuales, nuestros deseos, nuestras experiencias pasadas y nuestras creencias actuales.
Aunque tal vez creamos que nuestras percepciones son como fotografías realizadas de objetos exteriores a nosotros y que tomamos con una cámara, lo cierto es que son en realidad proyecciones de pensamientos que se originan en nuestra propia mente. Puesto que siempre miramos hacia adentro antes de mirar hacia afuera, lo que vemos es nuestro propio estado mental que se refleja hacia el exterior.
El que la percepción es una elección -aunque tal vez no seamos consciente de ello- y no un hecho, viene demostrado por las variadas interpretaciones que la gente hace de los acontecimientos cotidianos de su vida. Si diez personas presencian un accidente, por poner un ejemplo, sería raro que dos de ellas estuvieran totalmente de acuerdo en los detalles de cómo ocurrió. Ya que nuestras percepciones están fragmentadas, sólo vemos minúsculas porciones de cualquier situación, y nunca la totalidad. Lo que creemos que es verdad sólo es nuestra propia interpretación y evaluación de lo que percibimos. Muchas de las dificultades y desacuerdos que tenemos con los demás se basan en la naturaleza tan altamente individualizada de nuestras percepciones...”
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