sábado, 18 de agosto de 2012


LO QUE SIEMBRAS, RECOGES



En el octavo capítulo del Libro del Génesis se le hace una promesa al hombre, que “Mientras la tierra permanezca, la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, no cesarán”. Entonces el hombre fue colocado en un jardín que era completo en cada detalle. Él no fue llamado para plantar nuevos árboles, o hacer crecer nuevas plantas, sino para mantener en buen estado su jardín y guardarlo.

El Libro de Juan nos dice, “Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis”. ¿Por qué? Porque la creación está terminada. Todo drama concebible humano, toda trama, todo plan en el sueño de la vida, ya está elaborado. Son meras posibilidades cuando tú los contemplas, pero muy poderosamente reales cuando entras en ellos.

La conciencia es tu jardín en el que tu imaginación puede ponerte en contacto con el estado del que tú desees ser consciente. Lo único que se te pide hacer es entrar en lo que ya está terminado, y ver tu mundo desde su consciencia.

Haz esto y has sembrado la semilla de su cumplimiento y cosecharás sus frutos en la forma de eventos y circunstancias en tu vida.

Desafortunadamente, la memoria del hombre es tan corta que él se olvida de su siembra, pero todos los finales son fieles a sus orígenes. Si el hombre imagina la desgracia, la experimentará. Te puedes preguntar por qué [ciertas] cosas te pasan a ti, y negar que tú las pusiste en movimiento, pero tu Dios nunca olvida, y siempre te permite recoger lo que tú, y sólo tú, has sembrado.

Tú y yo somos seleccionadores. No somos creadores. El vasto mundo entero de la creación está terminado, como se nos dice en el Libro de Eclesiastés. “Yo soy el principio y el fin. No hay nada que venga que no haya sido ya.”

Considera la creación como terminada y tú y yo como seleccionadores de lo que es (de lo que ya existe). Es nuestro privilegio seleccionar un aspecto de la realidad, responder a él y traerlo a la existencia. Sin embargo, cuando no sabemos esto, vamos por la vida reflejando sus circunstancias en vez de usar nuestro poder para cambiarlas.

Ahora bien, si todo está terminado, ¿por qué se hace la promesa de que habrá una siembra y una cosecha mientras la tierra permanezca? Las actitudes son las semillas de la vida. En el momento que tú reaccionas a un objeto, una persona o una noticia, una respuesta emocional es sentida y tu actitud es formada.

Aunque puede que no recuerdes el momento en que reaccionaste, la naturaleza nunca olvida. Tu reacción aparecerá en la forma de circunstancias en tu vida, ya que su aparición está causada por una continuidad oculta.

Tú y yo podemos cosechar cualquier cosa que deseemos, pero primero tenemos que plantar la semilla. Cada cosecha ha de ser precedida por un momento de reacción o una actitud.

¿Cuántas veces te has arrepentido de tu actitud y deseado poder cambiarla? Sabes que cuando tus circunstancias cambian, tu actitud cambia automáticamente. Eso es un reflejo de la vida. Pero tú puedes, consciente y deliberadamente, cambiar tu actitud y, al hacerlo, cambiar tu mundo. Si lo haces, estarás controlando tu suerte.

El noventa y nueve por ciento de la gente espera a que ocurra cambio en el exterior para poder reflejarlo, pero eso no es un logro. Si despertáramos, nos volveríamos seleccionadores de la belleza del jardín que Dios nos ha dado. Escogeríamos un aspecto que deseáramos expresar y deliberadamente cambiaríamos nuestra actitud hacia la vida misma.

La pequeña fábula de la zorra y las uvas muestra la importancia de la imaginación. No consiguiendo las uvas, la zorra se convenció de que estaban agrias y, al imaginarlas así evocó, dentro de ella, un cambio de actitud por el que ya no se sentía de la misma manera respecto a las uvas.

Aunque esta pequeña fábula tiene un tono negativo o trágico, puedes tomar la misma historia y hacerla positiva contemplando tu noble concepto de la vida.

Aunque puede que no te parezca que tienes el talento para realizar tu deseo, no afirmes que su posesión está más allá de ti y por lo tanto está agria. Por el contrario, regocíjate en el conocimiento de que es tuyo. Haz esto y producirás una respuesta emocional que es necesaria para la siembra.

Puede que no veas una cosecha inmediata. Quizá tu deseo es un roble y no un pequeño hongo que crece durante la noche. Tal vez tu sueño necesitará un intervalo de tiempo más largo entre su plantación y su cosecha, pero sabe que todas las cosas son consecuentes.

“¡Ved aquellos campos!
El sésamo fue sésamo,
El maíz fue maíz.
El silencio y la oscuridad lo sabían,
Así nace la suerte del hombre.”

Si en tu momento de respuesta plantaste maíz, maíz debe aparecer en el tiempo de la cosecha.

Selecciona la naturaleza de las cosas que quieras experimentar, luego cumple los deseos de aquellos en tu círculo íntimo (familia y amigos). Después muévete más allá de tus amigos, luego [más allá] de conocidos, completos extraños e incluso estados impersonales, sabiendo que la ley siempre se mantiene cierta, que sin importar cuándo la emplees, ya sea consciente o inconscientemente, vas a obtener resultados en armonía con la plantación.

Supongamos que a tu amigo le llega una gran suma de dinero. ¿Te regocijarías con él? Estoy seguro de que lo harías. Ahora, asume que esto es cierto y realmente mantén una conversación mental con tu amigo desde esa premisa. Mientras haces esto en tu imaginación, estás estableciendo un cambio de actitud hacia ese amigo y produciendo una respuesta emocional positiva deliberada dentro de ti. Esta es tu siembra.

Ahora bien, tu amigo puede no tener conocimiento de que tú sembraste riqueza en su jardín, así que no busques su alabanza, sino resultados. Cuando veas al hombre convertirse en la encarnación del éxito que tú deseaste para él, esa es suficiente alabanza, pues cada cosa es un regalo.

Tu Padre celestial te dio un jardín, completo y en plena floración. Luego te dio el mayor regalo de todos, plena libertad para elegir la naturaleza del fruto que cosecharías. Sin embargo, no puedes sólo irrumpir en el jardín y empezar a escoger fruta.

Debe haber una siembra antes de cada cosecha. El deseo, plantado, contiene todos los planes y energía necesarios para desarrollarse como un hecho objetivo para que tú lo coseches al volverte consciente de tu deseo como una realidad externa. En ningún momento añades ningún trabajo para hacer que así sea, ¡simplemente sabes que así es!

¿Puedes imaginar un Dios infinito que no sea infinito en todos los sentidos? Si fueras incapaz de asumir un estado desagradable, no podrías ser hijo de tu Padre, porque Él es infinito y tú y tu Padre sois uno. Un Dios infinito te dio todo, incluyendo tu libertad de elección, con la esperanza de que llegarías a ser selectivo y plantarías todo lo que es bello en tu jardín.

Un piano contiene ochenta y ocho notas en su teclado. Si extrajeras toda disonancia que se pudiera tocar de esas notas, ya no tendrías un teclado. Pero si aprendieras el arte de tocar el piano, podrías sacar bella armonía de esas mismas ochenta y ocho notas.

Esto es cierto de ti. En vez de mirar la enfermedad que has producido en tu mundo, y aceptar la evidencia de tus sentidos como definitiva, puedes negar este así llamado hecho y afirmar la salud. No trates de analizar el problema desde fuera preguntándote cómo y cuándo pudo haber sucedido. Mira dentro.

Nunca encontrarás su causa en un laboratorio, pues la única causa reside en tu consciencia. En un momento en el tiempo, quizás hace mucho olvidado, plantaste la pobre salud que ahora estás cosechando.

Su causa nunca será encontrada en ningún análisis externo, pues las cosas vistas siempre están hechas de cosas que no aparecen, como se nos dice en el capítulo 11 del Libro de Hebreos.

No creyendo esto, el hombre insiste en extraerse sangre, analizar trocitos de piel y afirmar que en uno de estos ha encontrado la causa. Él puede haber encontrado el problema, ¿pero por qué está ahí? Porque, en algún momento en el tiempo, mientras ejercías tu derecho como un hijo de Dios libre, elegiste un estado desagradable, sentiste su dolor y lo pusiste en marcha en tu mundo.

Todos los pensamientos resultan lo esperado. Lo que siembras, recoges. No te sorprendas por su repentina aparición. Es sólo repentina porque tu memoria es tan realmente corta, y has olvidado la plantación. George Meredith escribió un pequeño poema encantador con respecto a esta idea:

“Olvidadiza es la verde tierra,
Los dioses sólo recuerdan.
Eternamente golpean despiadadamente,
Y siempre igual por igual,
Por su gran memoria
Los dioses son conocidos.”

Si sólo pudieras recordar esos momentos de siembra, nunca te sorprenderías cuando su cosecha apareciera. Cada vez que respondes emocionalmente a algo que contemplas, aciertas a oír u observas, su semilla cae en tu fértil mente. No tendrás que trabajar para llevar el pensamiento a cosechar, sino que lo encontrarás como algo ya completamente crecido. Habiendo seleccionado tus semillas por tu actitud y tu reacción, cosecharás aquello a lo que no has añadido ningún trabajo.

Ahora, ¿eres responsable de las otras personas en tu mundo? Sin duda lo eres. No pienses que sólo porque tu Padre te dio tu imaginación, puedes usarla mal y no dañará a otro. Lo hará, por la sencilla razón de que la conciencia está enraizada en ti, y tú estás enraizado en cada persona, como todos nosotros estamos enraizados en Dios. No hay ser despegado individual separado en el reino del Padre. Somos todos una gran Imaginación, cada uno completamente responsable de su buen o mal uso.

Catorce años antes del espantoso hundimiento del Titanic, un inglés con el nombre de Walter Lord escribió un libro titulado, “Una Noche para Recordar”. En él concibió un fabuloso transatlántico llamado el 'Futilidad'.

Tenía 800 pies de largo, triple hélice y transportaba tres mil pasajeros. Creyendo que era insumergible, el transatlántico llevaba sólo unos pocos botes salvavidas. Entonces, una noche, el Sr. Lord lo llenó hasta el borde de ricos y complacientes y lo hundió contra un iceberg en el Atlántico.

El Titanic fue construido por la White Star Line. Tenía 800 pies de largo, triple hélice y era capaz de transportar tres mil pasajeros. Creyendo que era insumergible los botes salvavidas eran pocos.

Terminado catorce años después de que fuera imaginado el ficticio 'Futilidad', el Titanic zarpó de Southampton en su viaje inaugural todo lo lleno que era capaz con los ricos de Europa. Cinco días después, este glorioso barco chocó contra un iceberg y se hundió en una fría noche de Abril.

No conozco el motivo detrás del libro del Sr. Lord, pero sí sé que el barco idéntico fue construido catorce años más tarde. Que llevaba el mismo tipo de lista de pasajeros y se fue a pique del mismo modo que el barco ficticio.

Te digo, no hay ficción. El mundo de mañana es la ficción de hoy, lo mismo que el mundo de hoy es la ficción de antaño. Un hombre soñó con hablar con alguien a través del espacio utilizando sólo un cable, otro con escuchar música que estuviera siendo tocada a través de la tierra en su propia sala de estar, otro deseó tener luz sin usar una vela. Todos estos deseos se han hecho realidad, pero cuando fueron concebidos por primera vez eran todos ficticios, todos productos irreales de la imaginación.

No hay nada irreal porque Dios, que es infinito, ha terminado la creación. Tú no puedes concebir nada que tu Padre no haya creado ya y resuelto cada detalle de su cumplimiento en todas sus ramificaciones. Tú y yo sólo estamos tomando conciencia de porciones crecientes de lo que ya es. No estamos creando cosa alguna, sino descubriéndola.

Deja de reflejar la vida a tu alrededor y empieza a seleccionar los pensamientos que eliges plantar en tu maravillosa mente e imaginación. Escoge ese aspecto de la realidad al que quieras responder, sea éxito, salud, la dignidad o nobleza. Hazlo algo maravilloso donde tú contribuyas al bien de la sociedad, la comunidad y el mundo.

Si ves la necesidad de una iglesia en tu comunidad, o una escuela, no esperes hasta que la gente se reúna para discutir la posibilidad; en cambio, contempla la alegría de tener una iglesia para elevar al hombre espiritualmente y una maravillosa escuela para los niños.

Siente la emoción de atestiguar estas cosas desde dentro y habrás plantado tu semilla. No necesitas trabajar para producir tus semillas, pues ellas ya están terminadas, espera a que te las encuentres en tu comunidad. Planta tus semillas y deja que los demás piensen que las están trayendo a la existencia.

Vuélvete a un amigo, y en el ojo de tu mente felicítale por su buena fortuna. Siente la emoción de tal contacto. En ese momento de respuesta (o reacción emocional) descubrirás que tu actitud ha cambiado con respecto a él, y tu semilla se ha plantado. Esa semilla pasará por su normal y natural travesía oculta y aparecerá como una realidad.

Entonces conocerás el poder latente dentro de ti y dejarás de reflejar la vida convirtiéndote en un sabio seleccionador de estados, dándole expresión a todo lo que es bello en este mundo.

Cada momento es tu tiempo de siembra y de cosecha. No esperes a que las circunstancias cambien; cambia primero tu actitud. Si tu jefe es grosero y no está dispuesto a subirte el sueldo, pregúntate cómo sería si él ahora te viera como la persona útil que tú sabes que eres.

Supón que viera, en ti, a alguien a quien pudiera elogiar y subirte el sueldo debido a tu esfuerzo aportado. Contempla al jefe viendo esas cualidades en ti y recompensándote en consecuencia, y has plantado esa semilla. Puede que él no te llame esta noche y te hable de tu aumento salarial. Puede que incluso no aparezca en tu nómina de esta semana, pero vendrá.

Debes seguir plantando pensamientos hermosos [sobre ese asunto], sin embargo. No puedes marcharte de la oficina pensando que tu jefe es un tacaño. No puedes ir a casa y decirle a tu madre o marido lo malo que él es pues ellos, creyéndote, simpatizarán contigo, ya que están teniendo el mismo enfoque negativo reflector hacia la vida. Por el contrario, ahora debes marcharte de la oficina en la actitud de que él te ha subido el sueldo y elogió tu trabajo.

Haz esto día tras día, a pesar de que las cosas digan lo contrario, y producirás, en tu jefe, un cambio de ánimo porque lo produjiste tú primero en ti mismo. Él verá entonces cualidades en ti que no había visto antes y te recompensará abiertamente.

¿Conoces a alguien que se encuentre solo y le gustaría estar felizmente casado? ¿O a alguien deseoso de tener un agradable hogar? No seas envidioso. Siente su alegría y habrás plantado la semilla de cumplimiento para ellos que ellos cosecharán.

Desafortunadamente, muchos de los movimientos de la iglesia tienen una actitud muy seria hacia la vida. Orígenes muy sabia y humorísticamente dijo una vez, “Los cristianos creen que Dios tiene una enorme lucha contra los pronósticos impotentes; por lo tanto, Él produce, en el individuo, la emoción de 'Padre que ayuda al pobre'.” – ¡este es un Padre que creó el mundo entero y se lo dio a sus hijos!

Luego, Orígenes, trajo a colación otro punto interesante con respecto a la actitud científica hacia la vida. Después de haber descubierto la construcción ordenada de lo que hace al mundo, la actitud de los científicos es de “insignificancia ordenada”.

Creyendo que el mundo está quemándose gradualmente, y por lo tanto consumiendo todos sus recursos, no será nada de todos modos, así que no importa qué tan ordenado esté hoy, aún es sólo insignificancia ordenada.

Pero yo te digo, yo he visto más allá del velo y sé que no hay final. La vida es para siempre. El tuyo es un peregrinaje eterno, siempre en movimiento ascendente hacia la revelación de tu gloria infinita como Dios Padre. Decídete a ser más selectivo, más cauteloso en tu elección de las ideas que mantienes. Elige un pensamiento que bendecirá a un individuo.

Produce dentro de ti la respuesta emocional del cumplimiento del pensamiento y sabe, en ese momento de respuesta, que él está enraizado en ti. El pensamiento fue plantado en relación con él y es él quien lo cosechará. Todo lo que necesitas hacer es plantar y dejar que la cosecha cuide de sí misma.



Traducido por Manu LDA
Tomado de la red.



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